Una leyenda nórdica cuenta que a una pastora que hilaba en un bosquete de abedules se le apareció la Dama Salvaje y arrastró a la muchacha a una danza que duró tres días y tres noches. Bailaban tan suave y livianamente que la hierba bajo sus pies permanecía erguida. Al terminar la danza toda la lana estaba hilada y la Dama llenó los bolsillos de la pastora con hojas de abedul. Cuando la pastora regresa a su casa descubre que cada una de las hojas era una moneda de oro. En los países nórdicos la Dama Salvaje es conocida en mil y una leyendas en las que aparece como espíritu del abedul.
VIVE: hasta los 2000 m. de altura, en las montañas de casi toda Europa, en Asia y Marruecos; coloniza terrenos desnudos y frecuenta la compañía de brezos y serbales, hayas, abetos y robles albares. Su crecimiento rápido le permite vestir terrenos que quedaron desnudos tras la tala, el incendio, derrumbes, la construcción de pistas... Resiste fuertes heladas y soporta muy bien suelos pobres, pendientes, poco profundos, pedregosos o encharcados. Se encuentra a menudo junto a los arroyos de montaña o al borde de otros bosques.
PLANTACIÓN: se hace, de un modo sencillo, aventando las semillas maduras sobre el terreno y cubriéndolas muy ligeramente. Si es necesario se riega para mantener la humedad constante. Habitualmente germina en primavera pero puede hacerlo en condiciones muy favorables a los 30 días, originando una plantita en el mismo año.
FUNCIÓN: Cumple en el bosque el papel del pionero, capaz de colonizar los terrenos baldíos. Necesita humedad, soportando incluso el encharcamiento del suelo. Prefiere terrenos ácidos y silíceos. Su leve sombra, el eficaz drenaje del suelo y las auxinas que segregan sus raíces, crean las condiciones idóneas para el desarrollo de muchos otros árboles forestales. La amanita muscaria se asocia con los abedules en una relación micorrízica que favorece a ambos.
USOS: La corteza exterior de los abedules caídos es muy útil. Se mantiene muchísimo tiempo sin podrirse. Enrollándola simplemente, se hacen teas para el alumbrado y se usa también para encender un fuego rápidamente. Extendida, se usó esta blanca corteza como pergamino para escribir. Estos y otros recursos del abedul como su savia alimenticia, sirvieron a la familia Likov, aislada en la taiga rusa durante décadas, para sobrevivir. Para los habitantes de las regiones boreales de América, Asia y Europa, el abedul resultó imprescindible por los múltiples recursos que proporcionaba: leña y excelente madera y cortezas con las que se hacían canoas, cabañas, trineos, utensilios, recipientes ...
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